Dos pensamientos iniciales. El primero: hace unos días circulaba por internet la imagen de un discurso mecanografiado de Pedro Sánchez en la que se veían las correcciones del propio presidente del gobierno marcadas en rojo, con pulcra letra manuscrita. Y surgieron algunas reflexiones interesantes en torno a una de las enmiendas: donde el texto original decía «Discutamos sobre ello», Sánchez había tachado la primera palabra para sustituirla por «debatamos». El matiz, se comentaba, era pequeño, pero importante. Quizá decisivo, por cuanto reemplazaba un verbo beligerante por otro que primaba el diálogo por encima de la confrontación. Cuestión de actitud, de perspectiva, de mirada hacia el mundo.

Segundo pensamiento: En 1948, el teórico, crítico y cineasta francés Alexandre Astruc publicó en la revista L’Ecran Français un artículo cuyo título real («El nacimiento de una nueva vanguardia») hoy poca gente recuerda, pero que ha pasado a la historia como el manifiesto de la caméra-stylo, o la cámara-bolígrafo. En él, Astruc defendía que «si el escritor escribe con una pluma o bolígrafo, el director de cine escribe con la cámara»Esto es: los matices decisivos que revelan el significado profundo de cualquier discurso cinematográfico no se encuentran en la palabra, sino en la imagen. En la decisión de situar la cámara más cerca o más lejos del sujeto filmado; en la apuesta del cineasta por desplazar o no el encuadre unos centímetros a izquierda o derecha. Es por eso que un travelling, decía Jean-Luc Godard, es en última instancia una cuestión moral.

[…] Jot Down Cultural Magazine Leer más